1ª PARTE:
Introducción
Finales de julio de 1936. Un camión conducido por miembros armados de la CNT, se para delante del Consulado alemán en Barcelona, en la calle passeig de Gràcia, 132. Del auto, se apea una patrulla de milicianos que entran en los despachos del edificio y confiscan toda la documentación que encuentran: cartas, carnés del Partido Nazi, propaganda, diarios, informes... Y también listas de los afiliados del Partido Nacionalsocialista Alemán, una información que servirá al aparato anarquista para continuar efectuando, en los días siguientes, registros parecidos en diversos organismos alemanes oficiales y también en los domicilios de los principales responsables del Partido Nazi en la capital catalana.
A mediados de agosto disponen de un botín espectacular, según se explica en un artículo publicado en el diario británico The News Chronicle el 18 de agosto de 1936. El corresponsal en Barcelona escribe: “hoy me han permitido hacer una visita a una casa cautelosamente vigilada en un tranquilo suburbio de Barcelona donde ahora reposan miles de documentos relativos a las actividades de la Alemania Nazi en España. Después de cuatro horas inspeccionando dichos documentos, la autenticidad de los misma está fuera de toda duda, he tenido sensaciones de desmayo, indignación y horror”.
Al cabo de dos meses, concretamente el 22 de octubre, el semanaria Mirador, en un artículo a toda página, titula “El espionaje nazi en España”. Querían hacernos colonia de Hitler!”, en que se afirma: “Nos encontramos, entonces, delante de un hallazgo de valor incalculable para aclarar muchos puntos dudosos de la historia contemporánea”.
Setenta y tres años después, Sàpies se desplaza al Instituto Social de Historia Social (IISH), en el número 31 de Cruquiusweg, en Ámsterdam. En ese edificio de tres plantas se ha conservado y microfilmado el magno archivo de los nazis en Barcelona entre 1933 y 1936, requisado por la CNT-FAI en las primeras semanas de guerra. Son los documentos que la mayoría de historiadores habían dado por perdidos. La historia del viaje de los documentos nazis arranca a mediados de 1938, cuando dos líderes anarquistas Diego Abad de Santillán y Paul Partos (de pseudónimo Polgare), contactaron con el Instituto Internacional de Historia Social para que, delante de una posible victoria fascista, estos y el resto de papeles del archivo del Comité Peninsular de la FAI y del archivo de la Oficina de Propaganda Exterior de la CNT-FAI estuvieran custodiados bajo la tutela de esa institución nacida en 1935 para preservar la memoria social europea.
Tal como se había acordado, el 19 de abril de 1939, después de la debacle republicana, los documentos llegan a París, donde se firmaba un contrato formal con el IIHS. Se trataba de 23 sacos con 130 paquetes. Ese mismo día se decidió que, ante una eventual guerra europea, los sacos se enviarían a Inglaterra, donde el IIHS tenía una sucursal. Las cajas estuvieron unos meses en un edificio de Arrógate, en Yorkshire, pero después se trasladaron a Oxford hasta que en 1947 llegaron, definitivamente, a Ámsterdam, donde se encuentran desde entonces.
De hecho, los responsables de la entidad holandesa confirman a Sàpiens que los paquetes no se abrieron hasta 1975.
Entre los documentos de la Oficina de Propaganda Exterior se encuentran los archivos del grupo DAS (Deutsche Anarcho-Syndikalisten), sección germánica del anarquismo europeo, que tradujo los documentos confiscado en el Consulado de Alemania en Barcelona.
El 5 de marzo de 1933, Adolf Hitler, jefe del Partido Nazi, gana las elecciones que le conducirán al frente de la Cancillería alemana. Los celebran en Berlín, en Munich (sede nacional del partido) y en Barcelona, donde Hitler también ha ganado, y por mayoría absoluta.
En unas urnas en el barco Halle, anclado a unos metros del puerto, más del 65% de los alemanes residentes en la ciudad depositan su confianza en el NSDAP, el Partido Nacionalista del Trabajo Alemán, el Partido Nazi. La mayoría de la colonia alemana que vivía en Cataluña, apostaba por un nuevo régimen ultraderechista y antisemita para reconducir la crisis económica que vivía su país. En aquellos momentos la colonia alemana en Cataluña estaba formada por cerca de diez mil personas, casi la mitad de todo el Estado. Era la comunidad extranjera más numerosa en Cataluña, la más activa socialmente y la más poderosa económicamente. Con el ascenso del nazismo al poder, empezó, también en Cataluña, la “Gleichschaltung”, o adaptación, de la comunidad germánica. El nuevo cónsul general alemán en Barcelona, Otto Köcher, vió como el despacho diplomático de la calle passeig de Gràcia, 132, quedaba sometida a las directrices del Partido Nazi.
El Águila de Sant Gervasi
De los miles de documentos confiscados por la CNT en los principales centros oficiales alemanes durante el verano de 1936, y ahora consultados por Sàpiens en Ámsterdam, se pueden ofrecer, por primera vez, un informe detallado de los nombres y los lugares que explican la confección de la tela de araña nazi en Barcelona antes de la Guerra Civil.
El Partido Nazi, incluso no siendo legal en España durante la República, dispuso en Barcelona de una sede en una chalet del barrio de Sant Gervasi, concretamente en el número 16 de la calle Ferran Puig, donde se editaba el Deutsche Vorposlen, el semanario del Partido. Gracias a la abundante documentación consultada, se puede ratificar que desde inicios del 1934 el Jefe del Partido Nazi en Barcelona fue Hans Hellermann, nacido en Schwelm (Wesfalia) en 1909. Hellermann se afilió al Partido Nazi con el número de carné 186.721. A finales de 1933, por órdenes directas de la organización en el extranjero del Partido, la German Auslandorganisation (AO), fue enviada a Barcelona para extender y propagar la idea del nuevo orden europeo entre los alemanes. Cabe mencionar que los catalanes y españoles no podían afiliarse al partido de Hitler.
En Barcelona, Hellermann se instaló en el quinto piso del número 6 de la calle Jesús, en el barrio de Gràcia, y después, en la calle Aribau, 124 1º, 3ª.
Junto con Otto Philippi, un personaje de origen sudamericano educado en Alemania, abrió una sociedad mercantil en la calle Avinyó que nunca actuó como tal. La primera orden del Jefe del nazismo en Cataluña fue la utilización de códigos en las circulares que se enviaban a Berlín. Así, sabemos que cuando los nazis se referían a los arios habían de utilizar la denominación “grupo I”; para el partido nazi, “grupo 50”; pasa los masones, “grupo M”, y para los judíos “grupo U”. Por si sus enemigos accedían a esta información, Hellermann estableció la aplicación de frases comerciales en los documentos más comprometidos. Se han encontrado las claves en documentos reservados, hecho que hoy permite saber que cuando una situación había empeorado para sus intereses, se había de decir “preparado viaje”; conspiración, en clave, era “vendido automóvil”; situación aclarada, “descuento concedido”; los revólveres eran “naranjas”; las ametralladoras “olivas”; los cañones “plátanos”, etc.
El astuto Hellermann esquivó los problemas con las autoridades locales resguardando al Partido Nazi, bajo el paraguas legal de la Asociación Nacional Alemana de Dependientes de Comercio, posteriormente denominada Frente del Trabajo Alemán, con sede en la calle Ferran Puig, 49, curiosamente al lado de las oficinas del Partido Nacionalsocialista. El jefe de ese organismo era Anton Leistert, un individuo controvertido, sadomasoquista practicante, según se desprende de los documentos y cartas personales encontradas en sus domicilios, en la calle Muntaner y al passeig de Pujades. Con la victoria del Partido Nazi, Leistert ordenó la sustitución de todos los miembros de la antigua junta directiva de la entidad por nuevos individuos con el carné del Partido. De hecho, solo podían ser directivos de los organismos oficiales alemanes en Cataluña los afiliados al NSDAP. Quien se negó, fue depurado, expulsado y hasta amenazado con la pérdida de la nacionalidad alemana.
Leistert también se ocupaba de las finanzas del Partido en Barcelona y controlaba que todo el mundo, particulares y empresas, pagaran la cuota de militancia. Además, exigió que todas las firmas comerciales alemanas presentaran un informe de los trabajadores clasificados en grupos, según si eran, “alemanes puros”, “descendientes de alemanes”, “otras nacionalidades” o del “grupo U”, es decir judíos.
Entendiendo la Esvástica.
Con Hellermann y Leistert, la tela de araña nazi se extendió rápidamente por todo el país. Si en noviembre de 1934 existían 25 grupos locales del Partido en la Península, dos años más tarde ya eran 163, según un documento de fecha 6 de julio de 1936. En Cataluña había 21 repartidos entre las siguientes poblaciones: Barcelona, Bellaterra, Cornellà del Llobregat, Gavà, Montcada i Reixac, Navàs, Sallent, Santa Coloma de Gramanet, Terrassa, Balsareny, Castellà del Vallès, Espulgues del Llobregat, El Masnou, Premià de Mar, Sant Cugat del Vallès, Súria, Tortosa, Flix, Sant feliu de Guíxols, Palafrugell i Palamós. En estas poblaciones, sobre todo en Barcelona, los nazis implantaron un establishment social, económico y cultural. En la capital catalana, los más adinerados se reunían en un club elitista, el Verein Germania, con sede en el Hotel Titz. Esta sociedad, formada por poderosos banqueros y empresarios, estaba presidida por Fritz Rueggeberg, un hombre de negocios establecido en el barrio de la Bosanova y que disponía de una cuenta bancaria de muchos números en el Banco Alemán Trasatlántico de la plaça de Catalunya. Las clases acomodadas, antes de cenar en el Ritz, solían pasarse por el Budapest, un salón de te en la parte alta de la ciudad, mientras que los alemanes con menos posibilidades disponían de establecimientos muy concurridos como la cervecería Gambrinus, en la Rambla, donde se servía charcutería de Baviera, o en el restaurante Zum Zillertal, en la calle Provença, 228, donde se podía disfrutar de una buena ración de costilla de cerdo ahumada y acompañada de xucrut. También disponían de dos centros asistenciales, el Deutscher Hilfsverein (Caja de Socorro Alemana), dirigida en 1933 por un pastor evangélico llamado Olbricht, el cual profetizaba por la ciudad que el régimen hitleriano era un regalo de Dios, i la Asociación de Ayuda Alemana, convertida en una organización nacionalsocialista, la Volkswohlffahrt, después de haber sido expulsado su director, Kart Tallin, que era judío. También había una asociación cultural hispanoalemana, en la calle Aribau, que sufrió la destrucción de todos los libros que no interesaban al Partido cuando en 1933 quedó en manos de la Deutsche Studentenschaff (Asociación Alemana de Estudiantes). En antiguo director, Oscar Stettines, también judío, fue inevitablemente depurado.
Y los hijos de los alemanes iban al Colegio Alemán del número 2 de la calle Moià, entre la Diagonal y la calle Tuset. Con Hitler en el poder, la escuela se convertiría en un centro de adoctrinamiento nacionalsocialista, como ya vaticinaba en 1933, su director, el doctor Rolf Seyfang: “El desplazamiento de los objetivos de la formación y la simplificación de los modelos de escuelas que se está intentando en este momento en Alemania, implicará para nosotros, aquí en Barcelona, algunos cambios. Aún no se ha llevado a cabo la regulación definitiva del sistema escolar, pero no obstante, una cosa ya es segura: que el alemán, la historia, la biología y la formación corporal serán fundamentalmente los puntos centrales”. En el aspecto religioso, al lado de la escuela estaba ubicada la parroquia de la comunidad evangelista alemana, que a partir de septiembre de 1934 dirigió con mano de hierro Georg Gründler, de Hamburgo, quien, antes de llegar a Barcelona, había enviado una circular (recuperada por Sàpiens de los documentos perdidos de los nazis antes de la guerra): “Además de hacer las funciones espirituales, celebraría muchísimo poder colaborar con la educación nacional de la juventud alemana de aquella ciudad [Barcelona] y especialmente entre la juventud hitleriana […] Heil Hitler!”. Aunque tampoco estaban autorizados por el Gobierno de la República, los jóvenes cachorros nacionalsocialistas desarrollaron sus actividades bajo la dirección de Kart Supprian y del profesor de deportes del Colegio Alemán Hans Stammberger, por el cual las JH habían de encargarse “especialmente en el extranjero de la educación de la juventud para formar la mentalidad alemana para que pudieran ser luchadores nacionalsocialistas”.. Las niñas también estaban encuadradas en la Agrupación de las Chicas Alemanas, un organismo dirigido por Lotte Vennewitz, que en el verano de 1935 organizó un encuentro en los alrededores de Barcelona con el fin de “estrechar las relaciones entre todas las chicas que tienen el honor de poder colaborar en nuestra tarea a favor de Alemania en España”.
Periodistas sobornables
Los documentos confiscados a los alemanes de Barcelona constatan el obsesivo control de los nazis para propagar su ideal. El 11 de abril de 1935 elaboraron un documento sobre las posibilidades de incluir artículos en la prensa catalana. Paro los nazis, por ejemplo, La Vanguardia era un diario “neutro, el más importante de España”, y la Veu de Catalunya “recibe anuncios y coge, periódicamente, artículos nuestros”. De la relación con los diarios catalanes se cuidaba Hans Sauter, que en mayo de 1936 fue nombrado director general de Prensa del Partido Nazi en España. En su labor colaboraban los directores de publicidad de la Agencia Turística de los Ferrocarriles Alemanes, con sede en el passeig de Gràcia, los cuales intentaban “vender” a los diarios locales las “excelencias” del Reich. Además, todo tenía un precio. El servicio de prensa disponía de un presupuesto especial para comprar periodistas locales:”cinco pesetas por los artículos ordinarios y diez pesetas por colaboraciones de escritores conocidos”. En cuanto al cine, los nazis tenían a Walter Ley, el administrador de radio y films del Partido en Barcelona.
La Gestapo, la policía política nazi, ordenó a Hellermann que formara una organización secreta con la misión de controlar a los alemanes establecidos en Cataluña. No perdió el tiempo. En el segundo piso del número 2 de la calle Avinyó, bajo el nombre de Import Business-Hellermann&Philipp, unas oficinas comerciales dedicadas a la importación y exportación de acero entre España y Alemania, creó, en 1935, el Servicio de Control Portuario, organismo que actuaba bajo las órdenes de la Gestapo de Berlín. Según documento secreto que aparece en la documentación confiscada por los anarquistas en esas oficinas, se sabe que las órdenes concretas fueron” vigilancia del tráfico y de todas las vías de comunicación, por tierra y mar; vigilando la actividad ilegal de los partidos comunistas, socialistas y del Frente Negro; vigilancia y control de los antiguos miembros del resto de partidos; vigilancia del NSDAP, organizaciones anexas y asociaciones coordinadas y contraespionaje económico, industrial y militar”. Además, en ese documento, “confidencial que no ha de utilizarse para fines de propaganda”, se establece que el Servicio de Control Portuario ejecutará “las sentencias de tribunales nacionalsocialistas secretos, creados en la Península para juzgar todas las cuestiones de disciplina, tanto del personal de la Gestapo como de los residentes alemanes que se nieguen a obedecer una orden de la policía alemana”. El número 2 de la calle Avinyó, se convirtió, entonces, en el centro del terror nazi en Barcelona.
Hellermann encargó la dirección de esa organización a Alfred Engling, miembro del Partido Nazi desde1931 y, de puertas a fuera, representante de la empresa de sedas Guttermann en Barcelona, con oficina en la calle Diputació, 239. Pero la verdad es que Engling fue el autentico jefe de la Gestapo en España. Entre la documentación confidencial que se encontró en su despacho, sorprende que los sueldos de los miembros de la organización portuaria fueran a cargo de las empresas alemanas con sedes en Cataluña. Como ejemplo, el 9 de mayo de 1935, la naviera Bakumar hubo de contratar a Siegfried Wolf, un joven alemán que se incorporaba al servicio portuario: “Facilitarán ustedes al señor Wolf en Barcelona, algún avance ya que llega sin dinero […][Wolf] ha de mantener una discreción rigurosa sobre sus actividades. Pueden inscribirlo en el Consulado y en el Gobierno Civil como transeúnte y estudiante de lengua española”.
Las elecciones del mes de febrero de 1936 en España dieron el triunfo a las izquierdas, hecho que iba en contra de los planes de expansión del Partido Nazi en la Península. En un documento confidencial del mes de marzo de ese año, se ordena a todos los jefes nazis de España que guarden bien la documentación :”[…] Me permito rogarle que ponga a buen recaudo todos los papeles que no necesite para su trabajo diario, preferentemente empaquetados y sellados en el Consulado alemán. En el caso que sea necesario suspender toda correspondencia, recibirá un telegrama diciendo “Contrato firmado. Juan”, de manera que al recibirlo, tendrá que suspender todas las comunicaciones hasta nueva orden”.
Conspiración de jerarcas
Los nazis querían, desde luego, un golpe de timón a favor de las derechas, que la Falange alcanzase cuotas de poder y que militares “amigos” como Franco, Sanjurjo o Mola hiciesen el paso. En una carta “estrictamente confidencial” fechada en Barcelona el 28 de marzo de 1936, se dice: ”Los informes sobre nuestros competidores demuestran que sus directores se encuentran divididos respecto del nuevo modelo de manufactura […]. Por esta razón, tiene un especial interés para nosotros mandar instrucciones adecuadas a nuestros agentes y a nuestros clientes con el objeto de que estén preparados ante cualquier situación”. Los “competidores”, los partidos de izquierda.
En abril de 1936, Hellermann, vio recompensado su trabajo, al ser nombrado Landesgruppenleiter o Jefe del Partido Nazi en toda España en substitución de Erich Schanus. Su vacante en Barcelona la sumió Alex Kroeger. La decisión de ascender a Hellermann se tomó en Berlín, a donde viajó de inmediato para recibir instrucciones de Himmler. De regreso, escribió una carta, también en clave comercial, a todos los jefes nazis de toda España: “El señor Hellermann acaba de volver de un viaje a Alemania, trae ofertas de toda clase, en las cuales seguro que usted está interesado. Como únicamente tenemos unas pocas muestras del nuevo surtido de mercancías que representamos en esta agencia, estaríamos muy agradecidos si hiciera el favor de venir a visitarnos”. Era la convocatoria de una cumbre en Barcelona entre los jerarcas nazis establecidos en España, hecho que sucedió del 15 al 20 de mayo. El orden del día se resumía en un solo punto: activar la conspiración contra la República. De esa reunión, estuvieron puntualmente informados los militares españoles que ultimaban el golpe de Estado. El 17 de julio comenzó la Guerra Civil. Hellermann, Leistert y Engling brindaban por la victoria falangista, pero el alzamiento fracasó en Barcelona y en otras zonas del Estado. Sus planes de difuminaron… de momento.
Quienes eran y donde vivían
(Fuente del texto y las fotografías: revista Sàpiens (número 81, julio del 2009), Pág. 25)
HELLERMANN, Hans
Cargo: Jefe del Partido Nazi en Barcelona entre 1934 y 1936. Jefe del Partido Nazi en España en 1936.
Domicilios: c/ Jesús, 6 y c/ Aribau, 124 (Barcelona)
ENGLING, Alfred
Cargo: Director del Servicio de Control Portuario (Gestapo), primero en Barcelona y después en toda España
Domicilios: c/ Diputación, 239 (Barcelona)
LEISTERT, Anton
Cargo: Jefe del Frente del Trabajo Alemán en Barcelona
Domicilios: c/ Muntaner, 296 y c/ Pg. Pujades, 11 (Barcelona)
GARBE, Karl
Cargo: Director suplente del Colegio Alemán en Barcelona
LUDWIG, Karl
Cargo: Antiguo funcionario del consulado alemán en Barcelona
Domicilios: c/ Comtal, 32 (Barcelona)
SUPPRIAN, Karl
Cargo: Jede de las Juventudes Hitlerianas en Barcelona
Domicilios: Centro Hispanoalemán, c/ Aribau, 18 (Barcelona)
KOEHLER, Conrad
Cargo: Jefe superior de la célula del Partido Nazi en el banco alemán de Barcelona
PANTEN, Kurt
Cargo: Editor de propaganda nazi en Barcelona
Domicilios: c/ Luís Antúnez, 10 (Barcelona)
STEINDORF, Ernst von
Cargo: Gerente de la sucursal de la empresa IG Farben en Barcelona
RUEGGEBERG, Fritz
Cargo: Agente de la Gestapo en Barcelona
Domicilios: c/ Vico, 6 (Barcelona)
GRÜNDLER, GEORG
Cargo: Pastor de la comunidad evangélica de Barcelona
Domicilios: c/ Moià, 9 (Barcelona)
KROMSCHRÖDER, Kurt
Cargo: Gerente del Frente del Trabajo Alemán en Barcelona
Domicilios: c/ Madrazo, 111 (Barcelona)
VENNEWITZ, Lotte
Cargo: Directora de la Agrupación de Chicas Alemanas en Barcelona
Domicilios: c/ Duquessa d'Orleans, 5 (Barcelona)
PHILIPPI, Otto
Cargo: Socio de Hans Hellermann
Domicilios: c/ Avinyó, 12 (Barcelona)
RUEGGEBERG, Alfred
Cargo: Hijo de Fritz Rueggeberg. Agente de la Gestapo en Barcelona
Domicilios: c/ Madrazo, 58 (Barcelona)
WOLF, Siegfried
Cargo: Agente de la Gestapo en Barcelona
Domicilios: c/ Rambla de Catalunya, ? (Barcelona)
STAMMBERGER, Hans
Cargo: Profesor de deportes de las Juventudes Hitlerianas en Barcelona
Domicilios: c/ Urgell, 243 (Barcelona)
LEY, Walter
Cargo: Jefe de propaganda de la sección de radio y cine
Domicilios: c/ Rambla de Catalunya, 66 (Barcelona)
La imagen del líder
Ficha del Partido Nazi correspondiente a Hans Hellermann. Se cree que Hellermann era soltero, medía 1,76 metros y tenía los ojos azules. Hellermann fue la pieza clave para la expansión de las ideas nazis en Cataluña antes de la Guerra Civil.
(Fuente: revista Sàpiens, núm.: 81 de julio del 2009)
Palabras en Clave
El documento reproduce claves de los códigos que usaban los nazis en Cataluña en los documentos reservados. Por ejemplo, cuando hablan de Cataluña utilizaban la palabra "Robert", Barcelona es "Walter", el general golpista Goded, "Flora" o el socialista Indalecio Prieto "Theodor".
(Fuente: revista Sàpiens núm. 81 de julio del 2009)
Espías contratados
Carta dirigida a las delegaciones de Barcelona y Valencia de la empresa naviera Baquera, Kusche y Martin SA. En ella se les obliga a dar trabajo a Siegfried Wolf, un joven alemán que llega a Barcelona como agente de la Gestapo. Se especifica que "han de mantener, en cuanto a sus actividades en relación con nosotros, de momento, rigurosa discreción".
(Fuente: revista Sàpiens, núm. 81 de julio del 2009).
El control de la prensa
En este informe, fechado el 11 de abril de 1935, se analiza la tendencia ideológica de los principales diarios. Así, por ejemplo, el periódico radical La Renovación y La Veu de Cataluña, órgano de la Lliga Regionalista, según los nazis, "reciben anuncios y recogen periódicamente artículos nuestros".
(Fuente: revista Sàpiens, núm.: 81 de julio del 2009).
La tela de araña nazi
Portada de la revista del Partido Nazi en el exterior de Alemania. En ella se destaca un mapa de la Península Ibérica donde se pueden ver las poblaciones en las que se habían establecido oficinas del Partido Nazi. En Cataluña había tres: Barcelona, Flix, Sant Feliu de Guíxols.
(Fuente: Revista Sàpiens, número. 81 de julio del 2009)
Instrucciones antes de la guerra
Documento firmado por Hans Hellermann el 29 de junio de 1936, dirigido a su sucesor al frente de la oficina del Partido en Barcelona, Alex Kroeger, dándole instrucciones respecto a acciones propagandísticas que se han de efectuar entre la comunidad alemana en la Península.
(Fuente: Revista Sàpiens, número 81 de julio de 2009)
Marcos de Berlín
Documento del Frente del trabajo Alemán de Berlín dirigido a su máximo representante en Barcelona, Anton Leistert, el 26 de junio de 1936, en el cual se le informa de una concesión de 60.000 Marcos para construir la Casa Alemana en Barcelona, un proyecto destinado a servir los intereses del Partido Nazi en Cataluña.
(Fuente: Revista Sàpiens. Número 81 de julio de 2009)
Un pastor con pistola
Carta de Georg Gründler, jefe de la comunidad evangelista en Barcelona, dirigida desde Alemania en agosto de 1939. En ella, el pastor, nazi exaltado, explica que "he tenido siempre, entre mis cosas, una pequeña pistola Mauser inofensiva. La guardo, si no me falla la memoria, en la mesita de noche de nuestro dormitorio".
(Fuente: Revista Sàpiens. Número 81 de julio de 2009)
Carta blanca para un espía
Aunque su sede en Barcelona ya había sido asaltada, el documento muestra el salvoconducto expedido por el Consulado General de Barcelona, el 28 de julio de 1936, solicitando que Joseph Wirtz, un agente del Servicio de Control Portuario en Barcelona, pudiera actuar libremente en la ciudad inmersa en plena revolución.
(Fuente: Revista Sàpiens. Número 81 de julio de 2009)
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